
LA RESPONSABILIDAD DEL DOMINANTE MÁS ALLÁ DEL CONTROL
En el imaginario popular, la figura del Dominante suele asociarse con poder absoluto, control sin límites y una autoridad incuestionable. Muchos creen que dominar es sinónimo de mandar, que basta con imponer la voluntad propia para encarnar el rol. Sin embargo, esa visión superficial ignora la esencia del BDSM: el consenso, el cuidado y la responsabilidad mutua. Dominar no es tomar el control de otro ser humano, sino guiarlo dentro de un marco seguro, ético y emocionalmente consciente.
El Dominante auténtico no busca someter, sino acompañar. Comprende que su papel va mucho más allá del placer o del juego de poder: es un compromiso con la seguridad física, mental y emocional de quien deposita en él su confianza. Ser Dominante implica ejercer el poder con respeto, mantener el equilibrio entre la autoridad y la empatía, y recordar que toda dinámica basada en el consentimiento requiere más humanidad que ego.
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