SER DOM NO ES TAN FÁCIL

SER DOM NO ES TAN FÁCIL

Tiempo de lectura: 21 minutos
LA RESPONSABILIDAD DEL DOMINANTE MÁS ALLÁ DEL CONTROL - La Escuela De BDSM
La Escuela De BDSM

SER DOM NO ES TAN FÁCIL

Ser Dominante no es una moda ni un papel de poder absoluto, aunque muchos lo crean. Es una responsabilidad que se asume con la mente, el cuerpo y el alma. En un mundo que aún tiembla ante la palabra BDSM, ser Dom significa caminar por una delgada línea entre el respeto y el juicio ajeno. La figura del Dominante sigue siendo malinterpretada: se le ve como alguien autoritario, frío o manipulador, cuando en realidad, detrás de esa presencia firme hay una enorme carga emocional, una exigencia constante de control y una obligación moral con quien entrega su confianza. La sociedad sigue prefiriendo ignorar la profundidad de este rol, y eso convierte al verdadero Dominante en alguien que debe sostener su identidad en silencio o con cuidado, evitando ser reducido a un cliché.

Pero dentro de la comunidad tampoco lo tiene fácil. Mientras unos glorifican la imagen del “amo perfecto”, otros la desprecian por confundir Dominación con tiranía. En medio de esas visiones distorsionadas, el Dom auténtico se enfrenta al reto de mantener su esencia sin justificar su existencia. Ser Dominante implica aprender, equivocarse, corregirse y volver a empezar; implica liderar con empatía, sin dejar de ser firme, y mantener el control sin perder la humanidad. No hay nada fácil en sostener una figura que debe ser guía, refugio y espejo de autocontrol. Y quizás, justo por eso, quienes asumen ese rol de verdad merecen ser vistos no como símbolos de poder, sino como guardianes del equilibrio dentro del caos del deseo.

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LA INTOLERANCIA TOLERANTE QUE NO TOLERA

LA INTOLERANCIA TOLERANTE QUE NO TOLERA

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NOTICIAS FRESCAS - La Escuela De BDSM
La Escuela De BDSM

LA INTOLERANCIA TOLERANTE QUE NO TOLERA

¿Sabes qué es lo último en moda ideológica? Ser tan tolerante que no toleras a quien piensa diferente. Una maravilla posmoderna que permite juzgar desde el pedestal de la virtud, cancelar con sonrisa inclusiva y censurar en nombre del respeto. Porque, claro, tolerar lo que no encaja en tu burbuja de lo “aceptable” sería ya pedir demasiado. La libertad de expresión está bien… siempre que no la uses para decir algo incómodo.

Vivimos en una era que se autoproclama diversa, inclusiva y respetuosa con todas las identidades, preferencias y formas de vida. Pero a la hora de la verdad, prácticas como el BDSM, la educación sexual sin eufemismos o los discursos que no se ajustan al guion oficial, siguen siendo silenciados, atacados o ridiculizados. En esta paradoja disfrazada de progreso, lo “distinto” solo es bienvenido si resulta cómodo, domesticado y políticamente correcto. Y ahí es donde muchas voces, como la mía, empiezan a incomodar.

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HUMILLACIÓN: CUANDO LA ENTREGA VA MÁS ALLÁ DEL CUERPO

HUMILLACIÓN: CUANDO LA ENTREGA VA MÁS ALLÁ DEL CUERPO

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PRIMERA CITA EN BDSM: BENEFICIOS, RIESGOS Y SEGURIDAD

Hablemos de HUMILLACIÓN: CUANDO LA ENTREGA VA MÁS ALLÁ DEL CUERPO. Hablar de humillación en BDSM es como intentar explicar a tu cuñado que te gusta que te llamen “gusano inútil” mientras alguien te pisa la cara… con amor, respeto y consentimiento. En resumen: te miran raro. Incluso dentro de la comunidad, hay quienes evitan el tema, como si fuera el último cajón del armario donde escondemos los juguetes que no queremos que nadie vea. Y sin embargo, ese mismo cajón suele estar lleno de algunas de las experiencias más intensas, liberadoras y transformadoras para muchas personas sumisas.

Este artículo nace precisamente de esa tensión: la incomodidad de hablar de lo que se considera “feo”, “inmoral” o “destructivo”, frente a la vivencia real de quienes encuentran en la humillación un lenguaje emocional y erótico profundamente válido. No se trata de justificar el maltrato, ni de glorificar dinámicas que no estén consensuadas. Se trata de entender qué ocurre cuando una persona sumisa desea ser humillada, cómo se negocia, cómo se cuida, y qué puede significar para su rol, su identidad y su placer.

Vamos a ver de cerca este tipo de prácticas, desde la vulnerabilidad, la reflexión ética y, por qué no, con una pizca de ironía al inicio de cada sección. Porque si algo tiene la humillación, es que duele… pero a veces también da risa. Y placer. Y poder.

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