
AFTERCARE PARA DOMINANTES
Porque claro, el Dominante lo puede todo. Es una criatura de acero inoxidable, sin emociones, sin dudas, sin necesidad de cuidados. Un ser infalible que, después de una sesión intensa, se limita a cruzarse de brazos y observar cómo la parte sumisa se acurruca con su mantita mientras él o ella… ¿desaparece en una nube de humo dominante? Pues no. Sorpresa: también sentimos. También nos remueve. También necesitamos aftercare. Pero claro, hablar de eso es casi como si confesáramos debilidad. Y ya sabemos lo que dicen… si el Dominante sangra, el universo implosiona.
El aftercare suele asociarse casi exclusivamente con la parte sumisa, olvidando que quienes ejercen el rol Dominante también experimentan una intensa carga emocional tras una sesión BDSM. Desde la responsabilidad asumida, pasando por la gestión de emociones complejas (como culpa, duda, o incluso tristeza), hasta la necesidad de contención, validación o descanso mental. Este artículo pone el foco donde raramente se pone: en el cuidado post-sesión de la parte que lleva el control. Porque ser Dominante no implica ser invulnerable, y hablar de nuestras necesidades no nos hace menos válidos: nos hace más humanos, y mejores practicantes.
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